¿Qué esta pasando en Valencia Capital?

Introducción: Una experiencia frustrante en Valencia

Para los que vivimos en las afueras, acercarse al centro de Valencia debería ser algo rutinario. Sin embargo, mi última visita resultó todo un desafío: tráfico lento y calles abarrotadas, terrazas y locales saturados, y una sensación general de caos que convierte cualquier trámite o paseo en un ejercicio de paciencia. Entre aceras donde nadie cede el paso y comercios desbordados, pronto queda claro que moverse por el corazón de la ciudad es cada vez más complicado.

De camino al centro

Tras haber nacido y vivido muchos años en Valencia capital, un día decidí marcharme y residir fuera de la ciudad. Sin embargo, la semana pasada me vi obligado a regresar para solucionar un problema.

Elegí entrar en Valencia sobre las 10:30, intentando evitar los embotellamientos típicos de las horas punta…

Esta decisión fue acertada…

Y aunque la entrada fue rápida y sin colas, una vez dentro la ralentización del tráfico se hizo evidente en cualquiera de las rutas que probé.

Solo quedaba armarse de paciencia y enfrentarse al día que me esperaba en el centro.

El caos del centro

Antes de abordar el asunto que me llevaba a Valencia, decidí que sería buena idea almorzar.

Mala decisión… 

Fue entonces cuando empezó mi odisea. Las calles estaban llenas hasta los topes: personal de servicios municipales, repartidores, extranjeros deambulando sin un rumbo claro y residentes inmersos en sus propios quehaceres. 

En algunas calles del centro, el caos era total. Me sorprendió y frustró darme cuenta de que, a pesar de haber nacido y crecido aquí, me sentía como un extraño, incapaz de moverme con normalidad. Además, he notado que la convivencia urbana se ha deteriorado: la gente ya no sabe caminar por una acera, ni respeta las preferencias para entrar o salir de un comercio, ni comprende la importancia de ceder el paso. 

En definitiva, un desorden absoluto que deja claro cuánto ha cambiado la ciudad y cuánto cuesta sentirse “de casa” en ella.

Intento de almuerzo

Me adentré en el centro y decidí almorzar, a un sitio relativamente conocido. Sentarme en la terraza fue imposible, así que entré al local.

Dentro, los camareros parecían sufrir de “tortícolis”

Atendiendo solo lo que tenían justo delante; al estar sentados en un lateral, pasaron los minutos sin que nadie nos hiciera caso.

Finalmente, optamos por irnos.

El siguiente intento fue en otro establecimiento conocido por su buena reputación. De nuevo, la terraza estaba llena, pero finalmente conseguimos mesa.

La “tortícolis” parecía ser contagiosa

Hasta que no conseguimos llamar la atención de un camarero de mayor edad, nadie nos atendía.

Aunque presumen de premios en algunos de sus platos, la gestión de la producción dejaba mucho que desear y tardaron bastante en servirnos. Cuando al fin llegó la comida, la calidad era bastante normal, y los precios resultaban elevados para un local de ese tipo. Terminé pidiendo la cuenta y marchándome…

…sin tomar café, algo fundamental para cerrar bien un almuerzo

Sintiéndome frustrado y un poco decepcionado por lo que debería haber sido una experiencia sencilla.

Conclusiones

En resumen, el centro de Valencia capital se ha convertido en un caos asfixiante, y no hablo solo de tráfico o terrazas llenas, sino de una sensación general de desorden que invade cada calle y cada esquina. La convivencia urbana está deteriorada, la gente ya no respeta espacios ni normas básicas de cortesía, y moverse se ha vuelto una experiencia estresante y frustrante. Lo peor es sentirse extraño en un lugar que siempre consideraste “tuyo”.

Cada visita confirma que la ciudad va a peor, y hoy me queda claro: no tengo intención de volver al centro en mucho tiempo.

Luis Sequí González

Mentor empresarial. Experto consultor de costes y financiero, formador y Presidente en Entorno Empresarial

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